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Trazos de mediación
Nº 16 - Julio y agosto de 2013

Sumario
 
¿Quién tiene la culpa?
Ser abuelos en un proceso de divorcio
Córdoba, la ciudad con más divorcios contenciosos.
 

¿Quién tiene la culpa?
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Cuando surge el conflicto, rápidamente nos lanzamos a buscar culpables. Detrás de todo desastre hay un culpable, o al menos eso es lo que nos han enseñado. Además, la culpa siempre recae en la otra persona, ya que, como reza el dicho, es de tontos echarse la culpa a uno mismo. El resultado que obtenemos es que todas las partes son "culpables" pero a la vez "inocentes", dependiendo siempre del punto de vista desde el que se miren los hechos.

En realidad, lo que ocurre es que se mezclan los conceptos de culpa y de responsabilidad. Mientras que el término "culpa" tiene una connotación negativa, el concepto de "responsabilidad" no tiene por qué tenerla, ya que en principio se limita a relacionar lo ocurrido con la persona autora de este. Por otro lado, detrás de la culpa se presupone una intencionalidad negativa e incluso mala fe, mientras que tras la responsabilidad no tiene que existir mala intención.

En toda acción hay una persona detrás. A veces las personas obramos de buena fe pero los resultados son nefastos y origen de malos entendidos y conflictos. Es por este motivo que siempre se ha de separar el acto respecto de la persona. Para evitar los malos entendidos y los conflictos, y para reconducirlos, es imprescindible una buena comunicación entre las partes. Para este fin, la mediación es la mejor herramienta que puede hacer posible la comunicación y el diálogo, y reconducir el conflicto hacia un acuerdo y una resolución provechosa para todas las partes.

Alfredo Ruiz Sánchez. Mediador.

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Ser abuelos en un proceso de divorcio.

Detrás de un proceso de divorcio o de separación, en la gran mayoría de casos, hay más personas implicadas, además de la pareja que quiere romper la relación. Están los hijos, que lejos de ser el objeto principal de la negociación, son utilizados como arma arrojadiza. Pero además de los hijos, está el resto de la familia, como los abuelos, que suelen ser los siguientes y principales damnificados. Al sufrimiento de ver que a su hijo o hija no le ha funcionado la relación de pareja, se une el sufrimiento de no saber si van a poder ver nuevamente a sus nietos, sobre todo si se trata de los abuelos paternos, debido a que en la mayoría de casos la custodia de los hijos recae en la madre.

De esta manera, en el proceso de divorcio, sea contencioso, de mutuo acuerdo o bien a través de mediación, se debe tener en cuenta también a los abuelos y su relación con los hijos de la pareja en conflicto. En nuestra sociedad y en la situación actual de crisis, su papel es muy importante y deben ser incluidos en las negociaciones o el proceso de mediación, no como partes directas, sino como partes afectadas, en un grado casi semejante a la implicación de los hijos.

Los abuelos, las otras víctimas del divorcio

(Artículo de Myriam Zaboras Albéniz. Revista La Ruptura, junio 2013)

Por desgracia, las consecuencias de una separación o de un divorcio afectan también a otras personas que trascienden tanto a la pareja implicada como a los hijos que ésta tiene en común. Me refiero a la llamada familia extensa (abuelos, tíos, primos…) y a los amigos, vecinos y conocidos con quienes se han compartido vivencias hasta el momento mismo de la ruptura..

Por su especial relevancia me centraré en la figura de los abuelos, convencida de que las crisis sobrevenidas no deberían suponer en ningún caso una ruptura de los vínculos del menor con unos seres tan esenciales para su desarrollo afectivo. En la actualidad, la tercera edad desempeña un papel casi irremplazable en el universo infantil y, a menudo, poco reconocido, pese a coadyuvar a que los progenitores trabajen fuera de casa. Los mayores se encargan frecuentemente de llevar y de recoger a los pequeños de guarderías y colegios, les dan la comida y hasta supervisan sus tareas y su ocio. En otras palabras, muchos de ellos están expuestos a diversas sobrecargas ocupacionales por mor de la nueva estructura social en la que estamos inmersos, dando lugar al fenómeno denominado "Síndrome del abuelo esclavo". Excesos aparte, su función en circunstancias normales debería ser la de correa de transmisión de la memoria y de la experiencia como mejor complemento educativo de sus propios hijos, aunque nunca reemplazando la misión de éstos como padres.

Sin embargo, uno de los efectos más devastadores del divorcio viene provocado por la decisión del progenitor custodio (todavía, mayoritariamente, la madre) de cortar o, en el mejor de los casos, reducir, la relación con sus suegros como medida adicional para enterrar cualquier vínculo con su pasado, de tal manera que no es infrecuente que impida a su ex familia política visitar a los más pequeños. Por lo tanto, la lista de víctimas de la nueva realidad se amplía sustancialmente. Además, mientras algunos juristas –pensando en el bien de los más pequeños- defienden el reconocimiento de los derechos de sus abuelos y del resto de sus afectos, otros consideran esta opción como una intromisión y una dificultad añadida a la hora de cerrar las heridas abiertas tras la separación matrimonial. La disparidad de criterios entre los propios profesionales está, pues, servida.

Tal es la naturaleza del conflicto que dio lugar en el año 2003 a la elaboración de una ley específica que permite que los abuelos puedan reclamar judicialmente un régimen de visitas con respecto a sus nietos, si bien conviene constatar que de poco ha servido la citada normativa, toda vez que la práctica judicial cede al progenitor custodio la capacidad fáctica de veto por la vía del incumplimiento del régimen de visitas, siendo contadas las ocasiones en que tales conductas son castigadas, a pesar de estar tipificadas en el Código Penal.

Por enésima vez, se impone una reflexión seria y adulta sobre una problemática que incide tan directamente en el desarrollo psíquico y afectivo de niños y adolescentes. Sustraerles cariño es hacerles un flaco favor y lo es también infligir un profundo sufrimiento a quienes han ayudado a su crianza desde la cuna. Es algo peor que la injusticia.

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Córdoba, la ciudad con más divorcios contenciosos.
Ego

Córdoba es una de las ciudades con la mayor tasa de litigiosidad de España, ya que el 55 % de los divorcios son resueltos con una sentencia judicial; en el conjunto de Andalucía, la tasa de divorcios amistosos está por debajo de la media.

Por otra parte, en Córdoba la crisis solo ha supuesto una disminución del 10 % de los divorcios contenciosos en comparación con el año 2006 en el que se produjo un máximo histórico de casos de divorcio. También se ha experimentado un repunte en los casos de renegociación de convenios y pensiones alimenticias y compensatorias a causa de la crisis y del asunto del desempleo.

Ante este retrato de la sociedad cordobesa, se plantean dos cuestiones importantes: primero, la necesidad de dar respuesta a esta alta tasa de divorcios contenciosos con el fomento de la mediación. Es necesaria una labor de difusión y concienciación entre la población de sus beneficios tanto emocionales como económicos. Segundo, es imprescindible también educar en la cultura del diálogo y la resolución pacífica de los conflictos. Muchos conflictos de pareja y muchos casos de divorcios contenciosos se podrían solucionar si existiese más comunicación entre las partes. En este aspecto, la mediación puede hacer posible mejorar la comunicación y aportar la solución a los conflictos sin necesidad de pasar por los juzgados.

Más de la mitad de los divorcios en Córdoba recurre a un juez

(Diario de Córdoba, 07/06/2013)

Llegar a un acuerdo a la hora de divorciarse no solo es la fórmula más barata sino la más recomendada por los expertos, sobre todo, si existen hijos fruto de la relación. Una idea que parece estar calando en la sociedad española, donde la tendencia es a optar cada vez más por la vía negociada, pero que en Córdoba, donde el 55% de los convenios se firman tras un proceso judicial, se resiste a convertirse en la norma. En la misma línea y según los datos del barómetro jurídico sobre separaciones, divorcios y nulidades matrimoniales presentado ayer por el despacho de abogados Martínez--Echevarría, la crisis está haciendo caer notablemente el número de divorcios en España, si bien en Córdoba han descendido apenas un 10% respecto al año 2006, cuando se produjo el máximo histórico, con 2.246 divorcios, separaciones y nulidades. Es decir, en Córdoba la media de divorcios es mayor a la media española y además se llevan a cabo con mayor litigiosidad.

El director del Departamento de Consumo y Derecho Europeo de la firma y experto en mediación, Agustín Azparren, explicó que Andalucía es la comunidad española con menos divorcios de mutuo acuerdo de España (en torno al 50% del total frente a un 60% de media española) y Córdoba está por debajo de la media andaluza con 45% de procesos consensuados. Los hijos suelen ser el principal motivo de discordia, si bien, según Azparren, "muchos conflictos que supuestamente se plantean por la custodia de los niños esconden otras motivaciones económicas". En este sentido, el barómetro Martínez Echevarría constata que, en la actual situación de crisis, aunque los divorcios han disminuido, se han disparado por cuatro las solicitudes de modificación de medidas. El desempleo o la modificación sustancial de las condiciones de trabajo de los padres ha provocado que muchos reclamen al juez la revisión a la baja de pensiones alimenticias y compensatorias. El acuerdo en este punto tampoco parece ser habitual, ya que de cada diez solicitudes de modificación, solo una es consensuada. La asignación media por pensión alimenticia o compensatoria, que debe ser proporcional a los ingresos del cónyuge obligado a pagar, también ha caído en los últimos años como consecuencia de los recortes en los sueldos, la bajada generalizada de ingresos o el desempleo.

LOS HIJOS // Otro elemento sobre el que el experto de Martínez--Echevarría llamó la atención es sobre el efecto negativo que sobre la salud de los hijos puede tener litigiar un divorcio en los tribunales. "Existen estudios que alertan de que los hijos de padres divorciados de forma no consensuada soportan una tensión mayor que los de padres que se divorcian de forma consensuada, lo que les provoca más enfermedades relacionadas con el estrés, como la dermatitis atópica y el asma infantil", aseguró Agustín Azparren.

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