Yo, cuando nazca, quiero ser hombre

Yo, cuando nazca quiero ser hombre. Porque el hombre siempre ha sido, es y será el rey del mundo, quien gobierna los países y quien dirige el destino del resto de seres humanos. Que sí, que hay mujeres que también dirigen, un poco, el mundo, pero siempre en su mayoría, asumiendo roles masculinos.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Me da igual el país o la época. No importa. El hombre siempre tiene las de ganar. Posee más riquezas que las mujeres. Puede poseer todas las mujeres que quiera, con o sin consentimiento porque al final la tradición y la justicia están de su parte.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque un hombre siempre tendrá libertad de movimientos y de acción. Podrá estudiar en todos los países del mundo, decidir con quién casarse en todos los países, tener todas las amantes que quiera sin que nadie se lo reproche, tener hijos sin tener que llevarlos en su seno y una vez nacidos, sin tener que hacerse cargo de ellos si no quiere.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque al hombre siempre le sirve la mujer, en la gran mayoría de países. Porque el hombre prospera más, cobra más y se le considera más que a una mujer con la misma valía y capacidad.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque no necesita demostrar cuánto vale ni cuánto se merece lo que tiene. Porque o tendrá que esforzarse tanto como una mujer para pedir que respeten sus derechos y su honorabilidad.

La vieja del visillo
La vieja del visillo

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque podré salir vestido como me dé la gana, a la hora que me dé la gana y en compañía de quien me dé la gana. No tendré que elegir entre sentirme atractivo y a gusto conmigo mismo o tener que sentirme seguro. No tendré que vigilar cada rincón ni cada sombra ante el miedo de que otro hombre, no solo pueda robarme sino que también pueda utilizar mi cuerpo a su libre antojo y con total impunidad… Ni quizás acabar tirado o muerto en una cuneta.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque podré ser promiscuo y recibir todas las alabanzas y admiraciones de todo el mundo. No tendré que esconderme ni disimular ni tan siquiera sentirme culpable sin serlo. Seguiré siendo aceptado entre los míos como siempre, si no más.

Yo, cuando nazca, quiero ser hombre. Porque nacer mujer, a día de hoy, en cualquier lugar del Planeta Tierra es nacer condenada. Aunque haya habido avances, no es ni una centésima parte del camino que hay que recorrer para que yo pueda llegar a desear nacer mujer…

Yo, hace ya 43 años, nací hombre.

Tuve suerte. Ante el capricho de la naturaleza (o de Dios, no lo sé) que me ha creado hombre, creo que he tenido mucha suerte. Recibí la mejor educación posible en la seguridad que me ha otorgado mi género y mi sexo. He crecido sin miedo y sabiendo que todas las oportunidades que he tenido o he dejado de tener han dependido solo de mí y no del capricho de una sociedad machista. Pero he crecido con trazas del virus del machismo en mis neuronas, sin yo quererlo. Un micromachismo tumoral que me está costando mucho despegar de mi cerebro por mucho que busque el modo. Un virus crónico del que intento deshacerme día a día, aprendiendo también día a día de quienes me enseñan que todas las personas tenemos las mismas capacidades y que somos iguales dentro de nuestras diferencias. Aprendiendo de las mujeres que me rodean, que me quieren y me ayudan a ser mejor persona.

La calle es nuestra, no de ellos
La calle es nuestra, no de ellos

Ante la violencia de género, la violencia machista, la violencia sexual, ante la trata, ante la discriminación por sexo o por tendencia sexual, yo no me quedo quieto. Ante la discriminación, yo pienso quedarme solo pensando. Ante la injusticia, acción. El mundo debe ser cambiado y todos y cada uno de nosotros, los hombres, tenemos mucho que hacer para cambiarlo.

Ningún hombre tiene derecho a decir a una mujer que es menos que él por el simple hecho de ser mujer. Todas y todos tenemos la capacidad de poder conseguir las mismas cosas y los mismos sueños. Solo hay que intentarlo y ponerle ganas. Y quien diga lo contrario, es un puro animal que no debería pertenecer a la especie humana.

Hermana, yo te creo
Hermana, yo te creo