La vida en sí es una pura anécdota y si nos centramos en el proceso de implantación progresiva de la mediación en una ciudad como Córdoba, la anécdota cobra tintes dramáticos e incluso esperpénticos. Como en todo, siempre existen defensores y detractores, y la mediación no iba a ser una excepción. Esta carta va dirigida a los profesionales de la abogacía (más en masculino que en femenino y más sénior que júnior) que no ven claro que la mediación pueda ser un procedimiento beneficioso tanto para la sociedad como para la propia profesión. Por fortuna, quienes así piensan no representan a todos y a todas las profesionales del derecho, pero sí que tienen un peso considerable.
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