¿Escrache a Mónica Belucci?

La idea de hacer un escrache a Mónica Belucci es para pensarla. Yo se lo haría también a Brad Pitt e incluso, ya puestos, al Papa Francisco… Fuera tonterías, la polémica del escrache es algo demasiado serio como para tomárselo a guasa. Es posible que en algunos casos se haya sobrepasado alguna línea roja (como tanto gusta decir a los políticos y a los medios últimamente) rozando quizás el acoso, pero hay que reconocer que ante la falta de otras alternativas efectivas, no queda otra que ejercer de cobradores del frac en la cuestión de los desahucios y dada la desvirtuación de la iniciativa popular de Ley Hipotecaria.

Cuántas viñetas no han dejado de reflejar el escrache real que ejercen los grandes bancos ante el impago o el escrache de corbata que practican algunos lobbys con gran influencia en los grandes partidos. Los grandes lobbys (feroces) que representan a los grandes bancos españoles y foráneos tienen fondos suficientes para escrachear de forma educada y elegante a los diputados. Hacen una gran tarea de mediación desviada e interesada en defensa de lo suyo, invitando a los políticos a desayunos informativos, agasajándoles con amplios informes para influir en su voto e incluso, es posible que en algunos casos, con costosos viajes en business para asistir en primera fila a conferencias y reuniones sectoriales. En cambio, las ONG y en concreto la Plataforma Stop Desahucios no cuentan con esos fondo. A falta de poder reunirse con los políticos y diputados, que con gran saturación de tareas y trabajos pendientes, no tienen más remedio que hacer una labor de acompañamiento informativo, como si se tratasen de cobradores del frac. ¿Que a alguien se le ha ido la lengua y ha llamado algo demasiado irrepetible a algún político o política? Es posible y es totalmente deleznable, pero que se juzgue de pro-etarras a quienes defienden una causa justa, por otra parte apoyada por un muy amplio porcentaje de la ciudadanía, incluyendo votantes del PP, ya me parece una soberana estupidez.

¿Porqué les cuesta tanto a los políticos escuchar a los y a las ciudadanas? ¿Por qué eluden su responsabilidad detrás de declaraciones incendiarias? Por desgracia, no hay una cultura política sólida que medie para resolver los conflictos y para que haya una buena comunicación entre la política y la ciudadanía. A veces y casi parafraseando el título de la película, parece que este no es país para dialogantes.